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Revista Electrónica de Desarrollo de Competencias (REDEC) - No. 5. ALGUNAS ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS PARA LA FORMACIÓN POR COMPETENCIAS: EL APRENDIZAJE BASADO EN PROBLEMAS (ABP) Y EL PORTAFOLIO DEL ALUMNO. Juan Antonio García Fraile1. (Fragmento)

II. EL PORTAFOLIO, UNA ESTRATEGIA PARA LA EVALUACIÓN CONTINUA.
II.1.¿Qué es el portafolio?
Lejos de complejas descripciones o definiciones teóricas, el portafolio puede definirse de manera simple como una “hoja de ruta” del proceso de aprendizaje y por tanto puede tener dos protagonistas, tanto el docente como el alumno. Más que una manera de evaluar puede entenderse como un modo de entender el proceso de apropiación del conocimiento de manera reflexiva. Shulman lo ha definido de la siguiente manera:
Un portafolio didáctico es la historia documental estructurada de un conjunto (cuidadosamente seleccionado) de desempeños que han recibido preparación o tutoría, y adoptan la forma de muestras del trabajo de un estudiante que sólo alcanzan realización plena en la escritura reflexiva, la deliberación y la conversación” (1990: 18).
Y en la misma línea, aunque de forma más extensa y descriptiva Barberá lo define como:
“Un método de enseñanza, aprendizaje y evaluación que consiste en la aportación de producciones de diferente índole por parte del estudiante a través de las cuáles se pueden juzgar sus capacidades en el marco de una disciplina o materia de estudio. Estas producciones informan del proceso personal seguido por el estudiante, permitiéndole a él y a los demás ver sus esfuerzos y logros en relación a los objetivos de aprendizaje y criterios de evaluación establecidos previamente” (2005:69).
Así pues, tanto en una como en otra definición puede apreciarse que los propósitos que mueven al portafolio como estrategia didáctica son dar cuenta pormenorizada de cómo se van produciendo los procesos de enseñanza aprendizaje desde dentro, es decir, mostrándonos la voz y la estructura de pensamiento y acción de sus protagonistas. En el portafolio podemos ir observando casi en tiempo real como el sujeto organiza su trayectoria de reflexión frente al proceso de enseñanza aprendizaje.
De manera puntual, en diferentes momentos a lo largo del proceso, y de cómo elige un determinado camino para responder a los retos que le plantea el aprendizaje, en definitiva como “inventa” su propio camino (García Fraile y Tobón, 2009:77). En síntesis, los procesos que se evidencian en el portafolio son los siguientes:
Cuadro 1: Procesos evidentes en el portafolio.
El interés por reflejar la evolución de un proceso de aprendizaje.
Estimula la experimentación, la reflexión y la investigación.
El diálogo con los problemas, los logros, los temas.... los momentos clave del proceso de aprendizaje.
Refleja el punto de vista personal de los protagonistas.
Fuente: Agra, M. J; Gewerc, A y Montero, L. (2003). El portafolios como herramienta de experiencias de formación on line y presenciales. Anuario Interuniversitario de Didáctica, 21:102.
La nueva forma de aprender que plantea la formación por competencias, debe tomar en consideración las exigencias de los nuevos contextos de enseñanza aprendizaje, donde el protagonismo de los participantes es un elemento esencial y la relación de lo aprendido con sus posibilidades de aplicación en el contexto profesional es el otro. Esto es lo que busca el modelo de formación basado en competencias desde el enfoque socio-formativo, aprovechando el portafolio como estrategia didáctica y de evaluación que dota de protagonismo al que aprende haciéndole tomar conciencia de que el aprendizaje no se produce de manera automática sino a través de una serie de pasos y etapas que a la vez que se van consiguiendo nos permiten reflexionar sobre el proceso.
Utilizar el portafolio implica también modificar el modelo y los usos del sistema de evaluación y en última instancia hacer una apuesta clara por la evaluación formativa en la que la propia autoevaluación adquiera mayor protagonismo. Lee Shulman, en el trabajo ya mencionado anteriormente, haciendo referencia a su intensa experiencia de trabajo con el portafolios durante su dilatada experiencia como docente en la Universidad de Standford, remarcaba las enormes posibilidades de esta estrategia didáctica para reconocer el trabajo individual y la necesidad de utilizar diferentes formas de evaluación, poniendo como ejemplo la metáfora de las peregrinaciones a Santiago de Compostela, donde se puede ver como las diferentes rutas que pueden utilizar los peregrinos conducen sin embargo todas ellas al mismo objetivo (Stakes, 2008).
El portafolio no debe entenderse nunca como un contenedor o una papelera de reciclaje, porque junto al elemento cuantitativo, su capacidad de almacenaje, hay que unir un elemento cualitativo, la posibilidad que nos ofrece de examinar procesos y resultados (cfr. Figura 1). Por tanto, el portafolio no es una herramienta más sino la apropiada para subsumir la diversidad de “producciones” de quienes la utilizan (Agra, Gewec, Montero: 2003:105).

Figura 1: Elaboración del portafolio de trabajo del alumno.
Fuente: Elaboración propia.
Teniendo en cuenta lo anterior y máxime si se quiere ir abandonando el examen tradicional como prueba única o destacada de evaluación, ante las nuevas demandas del contexto social y escolar a que hacíamos referencia al comienzo de este capítulo, es necesario reinventar la educación en un nuevo entorno en el que los alumnos no solo reciban informaciones, sino que también las indaguen, las contrasten, las experimenten y sean capaces de comunicar a los demás sus hallazgos y dificultades. Para conseguir este propósito, no cabe duda que el portafolio puede ayudar al recoger en su elaboración las diferentes formas de aprender de sus protagonistas ya que no solo se aprecia la información y sus fuentes, “sino la confrontación de múltiples ocurrencias textuales y la oportunidad de dialogar entre los miembros de un colectivo presencial o virtualmente, poniendo de relieve la construcción social del conocimiento y los aspectos globales del proceso” (Agra, Gewerc y Montero, 2003: 106).
En definitiva, el portafolio del estudiante responde a dos aspectos esenciales del proceso de enseñanza aprendizaje, por un lado implica toda una metodología de trabajo y de estrategias didácticas dentro de la interacción profesor alumno; y, por otro lado, es un método de evaluación que permite unir y coordinar un conjunto de evidencias de trabajo y estudio para emitir una valoración ajustada del proceso de aprendizaje que es difícil adquirir de forma holística con otros instrumentos de evaluación mas tradicionales que aportan una visión más fragmentada ( Tobón y García Fraile, 2006: 106) .
Cuadro 2: Objetivos del portafolio.
Guiar a los estudiantes en su actividad y en la percepción de sus propios progresos.
Estimularles para que no se conformen con los resultados numéricos evidentes, sino que se preocupen de su proceso de aprendizaje total.
Destacar la importancia del desarrollo individual, e intentar integrar los conocimientos y competencias previas en su nuevo proceso de aprendizaje.
Resaltar lo que cada estudiante sabe de sí mismo y en relación al nuevo programa de aprendizaje.
Desarrollar la capacidad para localizar información, integrarla adecuadamente, así como para formular, analizar y resolver problemas.
Fuente: Elaboración propia.
Cuadro 3. Proceso de elaboración del portafolio.
1. Una guía o índice de contenidos: que determinará el tipo de trabajo y estrategia didáctica, que puede estar condicionado en su orientación por el profesor o mas abierto a su dirección por parte del alumno.
2. Un apartado introductorio: al portafolio que detalle las intenciones, creencias y punto de partida inicial de un tema o área determinada y su vinculación con las competencias y módulos que se pretenden dominar.
3. Unos temas centrales: que conforman el cuerpo del portafolio y que contienen la documentación seleccionada por el alumno que muestra el aprendizaje conseguido en los temas, módulos o talleres seleccionados.
4. Un apartado de clausura: como síntesis del aprendizaje con relación a los contenidos trabajados.
Además en la elección de un portafolio se han de concretar los siguientes aspectos:
Autoría y audiencia del portafolio.
Contenidos a desarrollar.
Objetivos y competencias.
Estructura y organización concreta.
Criterios de evaluación.
Fuente: Elaboración propia.
Si bien, esta es la estructura formal genérica que debería reunir un portafolio del alumno bien en su versión presencial como “on line” lo que no debe olvidarse para evitar caer en un excesivo mecanicismo es lo siguiente (Agra, Gewerc, Montero: 2003: 126):
El portafolio es del alumno y no del curso o el profesorado. Por lo tanto le corresponde a él decidir el sentido que tiene, cómo organizar la trayectoria de reflexión y los elementos que incluirá. Cada portafolio es una creación única, porque cada estudiante determina que evidencias ha de incorporar y realiza una autoevaluación como parte de su proceso de formación. Aunque este carácter personal no excluye la presencia de la huella de otros protagonistas como consecuencia del aprendizaje colaborativo y de la reflexión colectiva ante determinadas dificultades o momentos de interacción a lo largo del proceso.
Cada estudiante recogerá evidencias de su aprendizaje. Pero utilizando un hilo conductor que las organice y les de sentido. La selección debe ir acompañada a posteriori de una reflexión sobre su valor e importancia para la resolución del problema de aprendizaje por parte de cada uno de ellos.
Cada estudiante elegirá la forma de presentar su propio portafolio. Junto a la estructura formal que acabamos de describir, el portafolio ha sido descrito por la mayoría de los autores con una estructura de contenido que sería la siguiente (Barbéra, 2005 y Agra, Gewerc y Montero, 2003):
Cuadro 4: Estructura de contenido del portafolio.
Contenido del portafolio.
1. Recogida de evidencias: algunas de las evidencias pueden ser:
a) informaciones de diferentes tipos de contenido (conceptual, procedimental, actitudinal o normativo);
b) tareas realizadas en clase o fuera de ella (mapas conceptuales, recortes de diario, exámenes, informes, entrevistas, etc.) y
c) documentos en diferente soporte físico (digital, papel, audio, etc.).
Estas evidencias vendrán determinadas por los objetivos y competencias plasmadas en el portafolio.
2. Selección de evidencias: en esta fase se han de elegir los mejores trabajos realizados o las partes de aquellas actividades que muestren un buen desarrollo en el proceso de aprendizaje para ser presentado ante el profesor o el resto de compañeros.
3. Reflexión sobre las evidencias (“Diario de campo”): donde el alumno lleva a cabo procesos reflexivos sobre el instrumento destacando los puntos flojos y fuertes del proceso de aprendizaje, así como propuestas de mejora.
4. Publicación del portafolio: en esta fase se trata de organizar las evidencias con una estructura ordenada y comprensible favoreciendo el pensamiento creativo y divergente dejando constancia de que es un proceso en constante evolución.
Fuente: Elaboración propia.